sábado, 20 de marzo de 2010

Y también del silencio...


Decía César Vallejo que "hay golpes en la vida tan fuertes...¡yo no sé!", con tan buena fortuna que incluso después de muerto la razón le persigue. Hay cosas en la vida tan, pero tan terriblemente fuertes que no queda otra respuesta más acertada que la duda. Y me pregunto si la duda -así de ambigüa, así de inaceptable- sería un motivo digno para vivir la vida. Es decir, nos cuestionamos: "¿Qué habría pasado si...?" o decimos: "siempre quise hacer esto, pero nunca lo hice..." y la vida, que aún sin estas disyunciones generalmente resulta desgraciada, se nos vuelca como un enigma insondable, una alternativa que murió en aras de una seguridad siempre inestable, y que nada nos predispone a alcanzarla. ¿Es acaso que la vida a sido incluída en otra especie de ecuación? Me explico: la expresión "vivir la vida" -a pesar de que la usé yo mismo- resulta estúpida, ¿a qué viene uno, a "morir" la vida? Hay que dejarnos llevar por la duda en el momento, disiparla, machacarla como la enemiga que es, que se ha introducido en una estructura espeluznante que apela a un proyecto de vida en el que los placeres y el sentir no vienen a cuento.

He dicho.

P.D. Con ustedes, Mister Pavese.

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