-A veces me duele que siga doliendo- dijo en un tono melancólico- y mas aún la turbia necedad de recordar el error cometido- agregó mientras se tocaba la costilla rota- que la herida en sí misma.
-Así se aprende a boxear, hijo.
-Si, claro, hablaba del box- dijo, mientras trataba de ocultar una sonrisa mas emparentada con el llanto que con la alegría-...el box.
Y se levantó, seguro de que aquella conversación no daría para más.
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